Evocacion abdel español
En su monologo Eva ha arribado pero ella no recuerda el evento. Quizá Dios constituya aquí en el monologo de Eva una evocación etnográfica, quizá esta relacion entre el presentimiento de que hubo un día antes de ayer el cual sin embargo no es recordado por Eva conforme de por si una evocación etnográfica de dios. Eva reconoce tener un día de edad y nos informa a nosotros que su arribo data de ayer, en este punto ella nos dice con cierta duda que ella cree eso y por ello lo afirma, desde el momento en que ella tiene al mismo tiempo tanto la certeza como la duda de haber arribado ayer, pero no recordar con precisión si ayer hubo propiamente un día en tanto se promete tomar notas de inmediato para que otro antes de ayer no vuelva a pasarle inadvertido.
Nosotros podríamos decir que Eva, la criatura, y la situación en que ella se encuentra en la inmediatez de un presente continuo en el que tiene a la vez la certeza y el presentimiento de que ayer hubo un día, tanto como la duda que la lleba a anotar para que otro antes de ayer no le pase inadvertido, define en si misma esta relacion que estoy proponiendo a la temporalidad entre la evocación y la etnografía porque evidentemente aquí Eva ella misma es este dilema, la situación en la que ella se encuentra y en que se encuentra la escritura respecto a la situación es lo que quiero subrayar con el monologo de Twain. Eva en si misma es ella una etnografía y su sentido de ser un continuo experimento, de tener la certeza de que ella puede ser solo eso, un constante experimento, será pues, como Eva sostiene, permanente. Por lo menos esto es lo que Eva cree, porque si un día antes de ayer fue un día ella realmente no noto el evento.
En cualquier caso Eva es una etnografía experimental y solo ella puede ser experimental porque si alguien afuera de Eva observo el evento, quien fue?, dios?, Twain, los otros? . Con este monologo Mark Twain hace una parábola critica sobre el observador situando a Eva en el momento crucial de la relacion entre la memoria y la temporalidad, desde el momento en que si otra persona está en una posición relativa respecto a Eva quien seria, dios?, los hombres históricos?. Cualquier posibilidad que Eva tenga de recordar si ante de ayer hubo día seria recordar a dios, por lo tanto, dios podría ser observado por sus criaturas, lo cual sería algo que podría muy seriamente hablar contra él. Mark Twain nos sitúa aquí con este monologo en el momento crucial de la conciencia sobre la función inmediata del texto, lo que Eva escribe puede ser un diario, un reporte, cualquier cosa, pero la situación de escritura es la que es importante aquí. Esto constituye una muy fuerte ironía en el monologo. Si Eva para de escribir desde su situación no sería posible evocar a dios, no sería posible además que Eva misma fuera evocada por la escritura, por supuesto, dios podría existir, pero no observado por Eva, en tanto de ser observado por Eva dios mismo no podría ser evocado ni Eva evocada por la escritura, dios podría existir pero solo después practicando una hermenéutica o textualizando su propia creación, dios podría por ejemplo hacer una poética de su personaje haciendo que Eva diga lo que para Eva resultaría improbable.
La evocación comienza en el trabajo de campo y ella misma como situación eclipsa las escrituras. La sensación de Eva de ser un experimento será así continua y permanente, ella tendrá que escribir para siempre desde su situación porque en otro modo dios no podría ser evocado, y esta evocación, requiere que Eva no recuerde el evento y requiera siempre volver a tomar notas para que si un próximo evento, un próximo ayer o antes de ayer vuelve a ocurrir no le pase inadvertido.
Con estas ideas parezco ciertamente volver a situar la etnografía en el axis de los estudios cognitivos, cuando nosotros invocamos la temporalidad de la memoria en la vida cotidiana de este modo pareciera que revocamos las ciencias cognitivas como Geertz de echo sugirió, cuando defendiendo su idea de que los significados y la cultura pertenecen a la esfera pública cuestiono a Ward Goodenough y lo comparo contigo Stephen A Tyler en su ensayo La Descripción Densa (1973). Esta alusión es todavía esperable en la actualidad. En orden de disminuir la textualidad que la escritura tiende a crear, la etnografía como Eva queda atrapada en el eclipse temporal de las tres proposiciones del tiempo que veíamos antes.
La situación etnográfica pasa al primer plano por encima de cualquier modalidad de su textualizacion, la escritura solo puede ser su eclipse, las experiencias vividas y los datos que suponen esa experiencia vivida, nunca pueden ser recluidas a o por las formas textuales, el género de la escritura puede ser cualquiera, reporte, diario, ensayo, libro, pero aquello que relaciona la escritura a la situación de escritura queda siempre por encima en la temporalidad que relaciona la escritura a la situación de escritura. La escritura queda supeditada al trabajo de campo pero no por el texto que ella forma, sino por su relacion a una temporalidad que la rebasa, las escrituras son aquí, como argüía Derrida, diseminaciones, la evocación, que es la evocación?.
La evocación es la alegoría de cómo el texto es sustraído a la escritura haciendo la inscripción imposible, ella es el performance mediante el cual como Eva el etnógrafo y la situación etnográfica son evocados por la discontinuidad de la memoria. Esto no significa necesariamente un elogio de la memoria entendida como un lugar cargado con un tipo de poder primitivo que precede al lenguaje o como si sostuviéramos que el lenguaje y el pensamiento ocupan series paralelas. Todo lo contrario, una etnografía que trabaja en este intersticio se aleja de la memoria entendida como archivo, acumulación, almacén o memoria textual, y busca lo incorpóreo.
Esta etnografía no está interesada en el evento como cosa o como hechos recordados, porque el poder de recordar los eventos como si estos fueran hechos es una invención del texto. La poética estructural, hermenéutica e histórica es una forma de pychosis, el observador en ella esta mas omnipresente que incluso en el positivismo, en el positivismo nosotros estamos frente a una neurosis, un obsesivo delirio de clasificar, de diseccionar y de encontrar hechos, si nosotros tratáramos de negociar el monologo de Eva con el empiricismo el empirista trataría de probar por encima de la situación que define a Eva entre un presentimiento, una certeza y una duda, si realmente hubo un ayer o un antes de ayer, el empiricista busca hechos, los describe, los clasifica y trata de intervenir en las cosas sin dejarse afectar por ellas.
En la poética el observador aunque esta tan envuelto como lo están el positivista o el empirista, como Eva, en la naturaleza que es propia a la situación de un presente indeterminado, actúa como si él o ella pudiera ganarle tiempo a la situación, ellos son no participativos, ellos no intervienen en las cosas ni se dejan intervenir por ellas, como observadores, imaginémoslo a él o a ella en la posición de Eva, estos pretenderían estar antes afuera y después afuera del evento, para manipular desde esta posición un simulacro de tiempo a través de una posición parasítica, o parasita que les permite proclamar esto es solo una interpretación. Es como si Eva, inmersa en la temporalidad, tratara de salir de la situación y en vez de definirse a si misma como un continuo experimento, tratara de representar mejor.
La poética estructural, el empirismo y el positivismo son un éxodo del tiempo. Pretendiendo estar antes afuera y después afuera sin dejarse permear, sin ser permeados y sin permear participativamente las cosas, pretenden encontrar lo dicho en el decir y el texto en los procesos reduciendo estos últimos a aquellos. En esta etnografía de procesos continuos los textos solo pueden ser diseminaciones, son los procesos y el trabajo de campo los que eclipsan las escrituras. Un pasaje crucial viene a mi mente aquí de la interpretación de las culturas en el cual Clifford Geertz, adaptando a Pierre Ricouer en el campo etnográfico sostuvo que el etnógrafo inscribe discursos sociales, en los escribe abajo, en el hacer esto el etnógrafo se mueve desde un evento que pasa el cual existe solo en su momento de ocurrir. El etnógrafo esta entonces forzado a relacionar los eventos solo atraves de sus inscripciones de esos eventos, subsecuentemente Geert pregunta, citando a Ricoeur, que es lo que la escritura fija, a lo cual responde, no propiamente el evento del hablar donde lo que nosotros entendemos por el decir de lo hablado, la exteriorización intencional que constituye la base del discurso gracias a la cual el decir quiere devenir en lo dicho, la enunciación en lo enunciado, es pues el significado del hablar, no el hablar como evento en sí mismo. (Geertz, “Thick Description”, 1973).
Cuando Geertz descubre lo dicho en el hablar, el pregunta, que es lo que hace el etnógrafo, y responde, el inscribe, acto seguido Geertz cuestiona la realidad de que el etnógrafo observa o graba o analiza, para concluir en la certeza del trabajo de campo de este modo: la situación es incluso más delicada porque como he notado, lo que nosotros inscribimos o tratamos de inscribir, no es propiamente discurso social, porque salvado de modo muy marginal o muy especial, nosotros no somos actores, no tenemos un acceso directo sino solo una pequeña parte y nuestros informantes. Estas ideas fueron sin dudas importantes para el interpretacionismo en antropología posición que desde un punto de vista simbólico comparto, el hecho de que en última instancia desarrollamos interpretaciones de las culturas que son resultantes de nuestra relacion también a nuestros propios escritos, pero no tengo que decir pues se hace obvio en que me distancio de Geertz, su visión del etnógrafo como alguien que inscribe, que no tiene un acceso o no es actor es muy distante a la mía, Geertz quiéralo o no no puede escapar al tiempo catastrófico, su modo de entender esto solo requiere o pide textualizaciones inscritas de las cosas, si somos actores, si participamos y si somos permeados y permeamos las cosas que vivimos.
Yo sugiero que en orden de pensar en la evocación nosotros necesitamos localizarnos a nosotros mismos en la situación temporal en que se encuentra Eva, volvamos pues sobre Ricouer pero esta vez precisamente para discutir la cuestión temporal. Ricoeur comienza en Tiempo y Narración (1985) con la clásica pregunta por la ontología del tiempo y pregunta cómo puede el presente ser si el pasado ya no es, el futuro no es todavía y el presente no es siempre. Su respuesta es que
Resulta imposible definir el presente por sí mismo, desde el momento en que este no tiene permanencia o extensión en el tiempo, es más bien en el pasaje en sí mismo, en la transición donde uno debe buscar simultáneamente esa multiplicidad de el presente, entonces, a través de la memoria, la atención y la expectación, que están implicadas en la certeza subjetiva del paso del tiempo, el presente es establecido como Saint Augustine diría que el espíritu se distiende a sí mismo en la misma medida en que se extiende, si nosotros sustituimos la noción de presente por la noción de transición o pasaje encontraremos que no hay un tiempo futuro, no hay un tiempo pasado ni un tiempo presente, sino un triple presente, un presente de las cosas futuras, un presente de las cosas pasadas, y un presente de las cosas presentes. Agustine nos dejo a nosotros entender e investigar la estructura temporal más primitiva de la acción. Pierre Ricoeur, Time and Narration, 1985
A su vez la tesis de Ricoeur sobre la mimesis constituye una de las mejores historias contadas del escritor en la tierra de las fantasías, la primera mimesis viene dada en que la obra siempre embody, (encuerpa, incorpora, vuelve cuerpo) una conexión primitiva con la cultura, la segunda mimesis consiste en que el escritor a través de estas narrativas embodied escribe la obra, pero la obra misma mantiene su correlato de experiencia porque su configuración es temporal y por lo mismo forma una trama. La tercera mimesis consiste en que en la obra, el lector, finalmente confirma lo que ha sido anticipado desde aquella, llegando así un final feliz, el público interpreta lo que había sido previamente interpretado por el autor. Memoria, atención y expectación como las tres formas de la certeza subjetivas del paso del tiempo a que se refiere Ricoeur, fueron en la antropología que precede a Geertz datos y experiencia.
Para aquellos, la experiencia era remitida a una serie de eventos a los cuales correspondían hechos, lo cual fue entonces traducido como tiempo para el etnógrafo registrar, observar y analizar. Pero aunque la memoria, la atención y la expectación, son momentos de rigor, también puede resultar en constructos ingenuos. El etnógrafo ve el tiempo de estancia en el trabajo de campo como encuentros con eventos, la duración de una experiencia compartida, la extensión de un proceso de aprendizaje, la intensidad de unos contactos. En realidad en la etnografía el tiempo y la memoria son asuntos mucho más intensos y mucho menos controlables como se hace explicito en el ejemplo de Eva el cual no nos lleva a nosotros hacia los eventos realizados como hechos o realizados como textos sino que en vez nos lleva a definir a la etnografía misma como un evento, o como el evento, por usar los términos de Eva, como un hecho experimental en sí mismo y como el evento de esta experimentalidad.
Lejos de representar las culturas, la etnografía situada en este axis y momento crucial de la temporalidad, no trata de resolverlo o explicarlo, no trata de ganarle tiempo a las situaciones antes bien la etnografía misma se deja a la situación dejando que este eclipse del triple presente en el presente continuo retorne a través de la etnografía y la transforme en un performance continuo con todas las relaciones etnográficas en ese performance envueltas. Una etnografía que discute el texto en la escritura, una etnografía transtextual que busca el quiebre entre la discontinuidad de la memoria y la linealidad del texto debe ser ella misma un evento. Los eventos no son cosas que preceden al lenguaje atrapados en la memoria y que luego son manipulados por el etnógrafo como si él o ella los retuviera como un film lejos del trabajo de campo. Los eventos tampoco son trazos que dejan sus inscripciones en el lenguaje en modos que el etnógrafo pueda o deba textualizar.
Es antes bien el reto de la etnografía encontrar el evento, el performance que puede hacer de la etnografía misma un evento-performance, es el reto de la etnografía realizar ese evento performance en modo parecido, por valerme de un ejemplo/metáfora, a aquel en que Lewis Carroll pregunto al lector si el había construido la lirica de los jardineros de acuerdo con los eventos o si en su lugar había construido los eventos según la lirica de los jardineros, la etnografía debe asumir esto no para probar que los eventos viven en el lenguaje, eso ya lo sabemos, sino para evocar el evento incorporal e indefinido. Este evento que corresponde al trabajo de la etnógrafa es radicalmente distinto de los eventos entendidos como hechos o como textos realizados, seria antes bien el evento de lo absolutamente singular, algo similar aunque quizá no tan aristocrático como cuando Deleuze dijo
Los eventos debemos encontrarlos en las superficies en ese vapor incorporal que escapa de los cuerpos, y si no hay nada que buscar detrás de la cortina es precisamente porque todo lo visible y toda la ciencia posible se encuentra precisamente sobre la superficie de esa cortina, es siguiendo los bordes que podemos pasar de los cuerpos a lo incorporal, los eventos son como los cristales, ellos devienen en uno y el mismo evento que espera o recibe a todos los demás eventos deviniendo así en el evento ilimitado que se transforma en un evento ideacional, el evento incorporal. (Deleuze, The Logic of Sense).
Contextualizar la etnografía en este eclipse puede significa un borrar trabajo de campo pero no para evitar lo temporal ganando entonces tiempo para la escritura o el texto sino antes bien en el sentido de acumular la mayor cantidad de tiempo posible como el tiempo que pasa, que se da, de modo que a tanto tiempo nosotros no queremos recordar, desde que el tiempo no es nada sino simplemente el devenir, esta etnografía siempre ocurrirá ella incluso estaba ocurriendo antes de nuestro arribo, nosotros no encontramos correspondencia entre el lenguaje y el mundo, entre la identidad y la diferencia, entre lo que es representado y su representación, porque nosotros nunca estamos en el mismo lugar cuando hacemos la pregunta, el devenir llega a si a la etnografía o la etnografía llega al devenir, pero este no es el devenir que puede ser integrado en una narrativa representacional o en una representación, no es tanto la existencia del devenir, no es tanto lo que existe en el devenir como lo que insiste en el devenir.
La etnografía tiene que ver aquí con la cuarta dimensión que es la dimensión del sentido, ella no se ocupa de los significados, entonces, el yo y los otros, el nosotros y ellos, el observador y lo observado, el antes y el después, el principio y el final, todos esto desaparece en esta etnografía, pero no porque es sustituido por una representación textual sino porque nosotros nos descubrimos a nosotros mismos evocados como Eva o como dios en un performance contextualizado. En este eclipse la etnografía es revitalizada en el performance no hay otros ni en el inconsciente, como Lacan pensaría, ni en lo real, porque ambos el inconsciente y lo real forman parte de la misma serie monofónica. El trabajo de la etnografía no es sobre los otros, no por los otros, no para ellos, en vez, la etnografía misma se deja reportar por el tiempo como si ella misma fuera el eclipse. La situación de clímaxs etnográficos habla por los participantes de la etnografía a través del performance, nosotros debemos encontrar los medios para volver experimental el trabajo de campo, un trabajo de campo expandido en sus correlaciones con situaciones de audiencias y lectores de libros, públicos, que eclipsan como performances que eclipsan las escrituras. Cuando yo pienso en la evocación yo veo el trabajo de campo como un research creativo y vivo, como un proceso distinto y en tensión critica con los textos, el trabajo de campo es el lugar donde el performance se desarrolla, un evento multisensorial no empirico, multitemporal, desde el nosotros preguntamos por las nociones de cuerpo, lugar, discurso, curso del discurso, memoria y lenguaje.
Desde este punto de ventaja estoy interesado en volver sobre el monologo de Eva, este monologo nos a ofrecido a nosotros la parábola de la discontinuidad de la memoria y su irreductibilidad a la linealidad del texto, las escrituras diseminadas o dispersas de Eva nos llevan a nosotros a una redefinición del estatus de la observación, el ejemplo de Eva también ilustra la apertura de las obras. En este tipo de etnografía el material obtenido de procesos en un momento del tiempo puede ser vuelto a considerar y a editar en otros momentos del proceso, pues un reporte en este tipo de etnografía es siempre un performance. Eva se inventa a si misma día a día, que es lo que Eva hace, nosotros podríamos decir que Eva hace un diario, una crónica, un reporte, pero ninguno de estos géneros puede encerrar la situación en que Eva se encuentra, Eva en realidad hace un performance, pues ella es evocada por el eclipse del tiempo deviniéndose a sí misma como un siempre y continuo experimento. Estos performances pueden ser libros de autor individual, puede ser practicas de museo, pueden ser multimedias, exposiciones, puestas en escena, films.
Un libro en esta etnografía nos remite a nosotros a aquel bello pasaje cuando Deleuze decía, un libro no es una imagen del mundo, y menos un significado del mundo, en un libro no hay mucho que significar o interpretar, pero si mucho que experienciar, no tanto por entender, como si mucho por emplear, el libro debe hacer maquina con algo como un pequeño instrumento para algo que está afuera de el. (Deleuze, Foucault, 1986)
Un libro entre nosotros debe ser siempre un lugar para el performance, la etnografía inventa su identidad como un eclipse de experiencias. Y es aquí en este pliegue formado por el olvido donde debemos pararnos, no se trata, por supuesto, del olvido literal en el sentido de la amnesia o el no recordar, no es olvidar en aquel sentido de algo no retenido, borrado o sustituido, es mucho mas sutil que esto, no es un olvido que mira hacia el pasado, es antes bien un olvido entre nosotros mismos, entre nosotros y las cosas, entre nosotros y los otros. En orden de encontrar este otro sentido del olvido nosotros deberíamos decir simplemente dejar que sea, dejar ser, dejar que se dé, no es un defecto en la memoria los que nos lleva a olvidar, es en cambio una no necesidad en la repetición, una no identidad entre los elementos de una secuencia. Si nosotros caemos en el error de pararnos demasiado en este punto, y tratamos de verlo todo a través de la relacion entre la identidad y la diferencia, caemos demasiado rápido y demasiado profundo, caemos en la relacion entre el ser y la nada. Olvidar en este sentido no es algo que debemos hacer, es algo que estaba de una vez ocurriendo, no es no recordar sino simplemente dejar que las cosas sean y devengan, dejar el devenir.
Algunos llamaríamos a esto simplemente aprender, porque ciertamente como decía Bateson, nosotros aprendemos realmente cuando aprendemos a aprender. y yo pienso que este fue el sentido más noble que guio a los mejores antropólogos. Es lo que sobrevive y nos mantiene perplejos ante Los Argonautas del Pacifico Occidental de Malinowski’s (1922). Sin embargo, yo no quiero abandonar con esta idea de olvido lo que es más importante en esta etnografía, el quiebre entre la discontinuidad de la memoria y la linealidad del texto.
Concebí, escribí, compuse y cree este ensayo en español en Houston, este es el mismo ensayo revisado para publicación, (nota: Abdel Hernandez San Juan)
notes
I written this paper-letter to Stephen A Tyler since I get am inspired in some paragraphs on evocation I choiced from Stephen A Tyler paper published at the Adveniment of posmodern anthropology edited by Carlos Reynoso which I quoted and included inside my work The Market from Here: Mise in Scene and Experimental Ethnography. The discussion on evocation versus representation and or as alternatives of representation was first discussed by Clifford Geertz at Being Here, the Anthropology as author, while not quoted or included inside the work, based however in that discussion in anthropology, I written several paragraphs of my authorship on both concepts representation and evocation I then included it at the show case of the market from here at the cronotropes room self-representational room of photography’s of myself and Calzadilla in the markets and a few meters from the cronotropes room in the middle of the work I quoted over a transparent surface pending from the sealing Stephen paragraphs on evocation as my choice of affinity on how to understand evocation and specially on how to understand it inside a posmodern discourse of anthropology on ethnography
Bibliography
Bakhtin M. M. The Dialogic Imagination: Four Essays (University of Texas Press Slavic Series), 1983
Deleuze, Gilles Logic of Sense I and II, Columbia University Press, New York, 1990
Derrida, Jacques, Differaance, Margin of Philosophy, The University of Chicago Press, USA
Derrida Jacques, Differance, Márgenes de la Filosofía, Cathedra, 1989
Havelock (1963-82), Goody (1977), Ong (1982) and Olson (1977-96), Writing and orality, Compendium, Canada
Ricoeur Pierre, Time & Narrative, books 1, 2 and 3) University of Chicago Press; 1 edition (September 15, 1990)
Tyler Stephen. “Post-Modern Ethnography, Pp, The Unspeakable, Discourse, Rhetoric and Dialogue in the Posmodern World, Wisconsin University Press
Tyler, Stephen A. Evocation, A Response to Abdel Hernandez San Juan, Sept 9, Rice University, Houston, Texas, USA, 1997
Twain Mark. Eve's Diary. New York: Harper & Brothers, 1906.
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